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“Trastorno disocial de la personalidad”

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Para nuestro interés, el TDP puede ser una patología dual al trastorno por consumo de sustancias adictivas, por lo que resulta de nuestro interés estudiarlo.

El trastorno disocial de la personalidad se diagnostica en personas menores de dieciocho años y si se presenta en personas mayores se considera trastorno antisocial.

El trastorno se caracteriza por tener un comportamiento perseverante y constante de violación de los derechos de otros o a las normas sociales acordes a su edad, pudiendo presentarse como agresividad, amenazas, causar daño físico tanto a personas como a animales, daños en propiedad ajena incluso incendiar deliberadamente para provocar daño grave, robar, cristalear autos, bandalizar en instituciones o las calles, hacer fraudes y violaciones graves de las normas, reglas y límites.

El adolescente no muestra respeto por lo correcto o lo incorrecto, incluso en lo bueno y malo, ignorando tanto los sentimientos como los derechos de las demás personas, siendo duros, crueles, cínicos, deshonestos, indiferentes, faltos de empatía e impulsivos.

Frecuentemente manipulan, principalmente a las personas que les rodean o para obtener un beneficio de un tercero, sin importar lo que los otros piensen o quieran.

Suelen ser berrinchudos tanto en caso como en la escuela. Se muestran arrogantes y con aires de superioridad llegando a la soberbia o megalomanía.

Sus comportamientos suelen ser arriesgados y peligrosos sin preocupación alguna por su seguridad o la de otros, por lo que fácilmente pueden incurrir en el consumo de sustancias adictivas.

Por lo general no muestran remordimientos o culpa por lo que hacen, y al contrario, pueden ufanarse de lo hecho, burlarse o enorgullecerse, minimizando sus comportamientos y consecuencias que éstos conllevan.

No consideran o aprenden de las consecuencias negativas que han experimentado con su comportamiento, siendo irresponsables y desobligados.

Sus comportamientos en los diferentes contextos le provocan deterioro significativo en sus actividades, ya sean sociales, familiares o en el hogar, comunales, laborales o escolares, volviéndose disfuncionales.

Pueden presentar fugas nocturnas o durante el día de casa, escapar sin permiso por una noche o varias y a pesar de la falta de permiso o prohibición de los padres.

Con el avance del trastorno y entrando a lo antisocial, se inician a presentar comportamientos pueden volcarse en agresividad o reacciones agresivas hacia los demás. Suelen mostrarse fanfarrones, amenazantes e intimidatorios.

Pueden iniciar el delinquir con o sin violencia, como por ejemplo peleas frecuentes (físicas), uso de armas u objetos que puedan provocar  daño a la víctima (incluye armas de fuego y blancas). Robo a mano armada, enfrentamiento,  extorsión, arrebate de objetos de valor, robo a tiendas o falsificar documentos (ejemplo boletas de calificaciones, recetas médicas, permisos, notas, facturas). Pueden ejercer violación sexual y en ocasiones pueden llegan al homicidio.

Si bien el trastorno antisocial de la personalidad es considerado un trastorno crónico, en algunos niños o adolescentes pueden presentarse solo algunos síntomas, principalmente los comportamientos destructivos y/o delictivos. Estos síntomas pueden ir disminuyendo con el tiempo y con ayuda psicológica profesional o psiquiátrica, por lo que se recomienda que se consulte a profesionales de la salud para determinar, a través de un buen diagnóstico, el tratamiento adecuado a seguir.

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Mtro. Psic. Adrián Alberto Pérez Méndez

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