Para continuar con el tema de la adolescencia, hablare ahora de la relación alcohol y adolescente.
Actualmente cuando se habla del consumo de alcohol por parte de los adolescentes, éste se ha instaurado como una conducta común o cotidiana, lo que ha hecho que muchos padres de familia vean de esta misma manera el consumo de sus hijos y lo tomen como algo “normal”. Para poder identificar problemas de consumo, se debe de tomar en cuenta de que si un hombre toma cinco o más copas o una mujer cuatro o más copas en una sola ocasión, el consumo se considera alto.
Lamentablemente en estudios que se han hecho en diversos países, incluido México, muestran como resultado que entre el 50 y 80% de la población estudiantil adolescente menor a 20 años de edad, han probado, están en uso o han incrementado el consumo de alcohol, de los cuales a nivel secundaria son el 41.% hombres y 39.4% mujeres y a nivel bachillerato los porcentajes se elevaron a un 74.5% en hombres y a un 73.3% en mujeres (Encodat, 2016-17).
Hay que recordar que el adolescente presenta dentro de la población general un mayor riesgo de propensión al consumo de sustancias debido a al contexto en el que se desenvuelve, provocando que el inicio se dé antes de los 18 años, lo que aumenta el riesgo de alto consumo, abuso o dependencia que se puede extender hasta la edad adulta.
Una vez que se ha iniciado el consumo del alcohol, éste se puede convertir en un elemento inicial importante para otro tipo de problemas como son: episodios constantes de embriaguez, trastornos alimentarios, depresión, conductas violentas, problemas de atención y aprendizaje entre otros, así como relaciones sexuales tempranas durante el consumo y frecuentemente de riesgo por la falta de protección. También se considera la conducción riesgosa de vehículos, de intentos suicidas, conductas delictivas y problemas emocionales principalmente en consumo elevado, inicio al consumo de otro tipo de drogas, ya que se considera que el alcohol es la puerta de entrada al consumo de otro tipo de sustancias,
En conclusión el consumo de alcohol se convierte en un factor de riesgo que genera 2.5 millones de muertes y una carga de enfermedades hepáticas, renales, pancreáticas, cardiovasculares, gastrointestinales y neurales, así como de problemas de lesiones, enfermedades de transmisión sexual, violencia y suicidio, que no solo afectan al consumidor sino que también afectan en forma directa a su familia, a las personas que conviven más cercanamente a él, a su entorno y a la población en general.
Mtro. Psic. Adrián Alberto Pérez Méndez
Psicoterapeuta Clínica SER
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