Cuando la familia se enfrenta a un familiar en adicción, por lo general y rara vez, asiste o buscan los servicios de salud que les brinden la ayuda a sí mismos, esto es en consecuencia de que siempre al familiar con la adicción se convierte en único objetivo de consulta o de ayuda.
La familia por lo general toma parte del proceso de rehabilitación del drogodependiente, sin embargo también es necesario que reciba un proceso de recuperación para poder sanar, solucionar o superar el trauma vivido por la convivencia diaria y, por lo general, se sorprenden al sugerírseles que también ellos necesitan ayuda
Por tal motivo se recomienda que las familias con drogodependientes acudan a grupos terapéuticos de ayuda, en los cuales podrá expresar su sentir, el cómo se encuentran y hagan referencia sobre lo que están viviendo y sintiendo por la situación de su familiar adicto y sobre todo focalizarse en el poder lidiar y tener herramientas de protección en contra de la ingobernabilidad del adicto.
Bajo estudio y por experiencia propia, los primeros tres meses posteriores al término del internamiento por rehabilitación, son cruciales en la continuidad del proceso y del fortalecimiento tanto del paciente como de la familia. En este sentido, la participación de la familia y la orientación recibida se convierte en un elemento clave para el paciente adicto. Si la familia quiere colaborar con el proceso de rehabilitación, deberá reconocer y entender su relación inadecuada con el paciente que la ha llevado a convertirse en codependiente o coadicto del mismo. Para esto, los familiares deben de darse cuenta de que ellos no son culpables de la conducta del adicto, y que ésta es solo responsabilidad de él. A partir de reconocer esta situación, la familia debe de comenzar a por reglas, normas y límites ante las actitudes ingobernables del paciente, los cuales le servirán para protegerse de dichas actitudes.
Dicho proceso se lleva tiempo, por lo que el apoyo de familias en proceso de recuperación resulta bastante benéfico.
Para esto se cuenta con la existencia de ayuda profesional psicoterapéutica y de grupos de ayuda mutua para familiares, los cuales se una importante fuente de referencia en esta ardua, compleja y difícil tarea. Una vez que los familiares reciben por primera vez la orientación, por lo general se mantienen por largo tiempo recurriendo a la misma y aquellos que no logran integrarse o identificarse con los grupos de ayuda, les abandonan y continúan con la incorrecta práctica de seguir centrándose en los problemas del adicto y en las consecuencias que su adicción les llevará, más que en los que ellos mismos sufren.
El recibir este tipo de ayuda, fortalece en los familiares aumentando la confianza y por ende la autoestima perdida durante el proceso de adicción, el poder solucionar o encontrar soluciones a los problemas presentados o afrontamiento y que renazca entre ellos una nueva esperanza de poder solucionar y salir adelante junto con el familiar adicto.
El poder encontrarse e identificarse con familias que poseen la misma problemática, el poder escuchar, compartir u opinar acerca de sus situaciones, logra beneficios, objetivos y permanencia, creando una ambiente terapéutico que ayuda en su recuperación creando conciencia de que necesitan ayuda para sí mismas, romper codependencias, poner en orden sus emociones, dejar de tratar de controlar y aprender a poner límites.
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Mtro. en Psicología Adrián Alberto Pérez Méndez
Psicoterapeuta clínica “SER”
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