Como vimos en el artículo anterior, el tratamiento psicológico para la rehabilitación deberá darse en forma individual, personal del paciente para dar la ayuda y acompañamiento necesarios, a través de un tratamiento que integrar objetivos. Los objetivos van a partir desde la conciencia social, la asistencia profesional y de calidad, la disminución de daños por consumo y la reinserción social. Estos objetivos también han sido tratados y establecidos por la Estrategia Nacional sobre Drogas, siendo estos: La Promoción de una conciencia social sobre la importancia de los problemas, los daños y los costes personales y sociales relacionados con las drogas, sobre la posibilidad real de evitarlos y sobre la importancia de que la sociedad en su conjunto sea parte activa en su solución. El garantizar una asistencia de calidad y adaptada a sus necesidades, a todas aquellas personas directa o indirectamente afectadas por consumo de drogas.
El Reducir o limitar los daños ocasionados a la salud de las personas que consumen drogas y, en general, los efectos sociales y sanitarios indeseables relacionados con su uso de sustancias adictivas. Facilitar la reintegración social del paciente en proceso de rehabilitación, a través de programas de formación integral, de preparación, vinculación, apoyo sociofamiliar y de reinserción laboral.
Cuando el paciente se enfrenta al aislamiento social o familiar, este posee consecuencias tanto psicológicas como económicas y/o materiales, que pueden generar en el paciente situaciones que lo pongan en un estado de vulnerabilidad extrema y lo pueda llevar hacia los caminos de la exclusión. Para evitar que esto suceda, los vínculos tanto afectivos como familiares y comunitarios, pueden ejercer un fuere apoyo ante situaciones de riesgo y de vulnerabilidad, mientras que, por lo contrario, como un contacto interpersonal insuficiente, la falta de espacios que le permita desarrollar dicho contacto y una escasa o deficiente red de apoyo, hará que el paciente pueda caer en un aislamiento racional.
Para los pacientes drogodependientes, las redes sociales de proximidad y apoyo, por lo general se encuentran muy afectadas o dañadas, debido a que durante la parte activa de consumo del paciente, se le dio prioridad a la interacción social con personas que también se encontraban en consumo activo o desplazándose a espacios utilizados para el consumo (picaderos, fumaderos, etc.), que por lo general también son espacios de exclusión.
Por lo antes dicho, se requiere crear espacios que permitan la inclusión y la participación activa para los pacientes en rehabilitación de la drogodependencia, y así crear soportes ante las situaciones de riesgo y vulnerabilidad que se van presentando, mientras que el poco o nulo contacto interpersonal y la falta de espacios específicos para este contacto interpersonal, de redes de apoyo o amistad, pueden llevar al paciente hacia un aislamiento relacional.
Es conveniente que dichos espacios no promuevan la segregación, es decir, que no sean exclusivamente para drogodependientes, ex drogodependientes o personas en situación de exclusión, sino que sean espacios que estén abiertos a la población general y, de esta manera, favorecer las relaciones heterogéneas y una integración normalizadora.
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Mtro. Psic. Adrián Alberto Pérez Méndez
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