Los zombis y las conductas de un adicto
¿Alguna vez has visto alguna película de zombis? Para los que no saben qué es lo que hacen en dichas películas, estos seres descerebrados generalmente tienden a atacar a los vivos ya sea para comer sus cerebros o para morderlos e infectarlos y así convertirlos en zombis también.
En dichas películas generalmente hay un par de protagonistas que pueden ser grandes amigos o incluso ser novios, y en determinada escena alguno de ellos termina lesionado por alguno de estos seres de ficción. ¿Y qué es lo que sucede? El que está infectado le explica al que todavía no lo está que tome un arma y le dispare al cerebro porque, una vez que se convierta en modo zombi, no lo va a reconocer y hará todo lo posible por lastimarlo.
Pues algo parecido es lo que sucede cuando un integrante de una familia padece de la enfermedad del alcoholismo o de la adicción: realiza actos irracionales que dañan tanto a los integrantes de la familia como a cualquiera que conviva de cerca con ellos (inclusive a sí mismo, a su patrimonio, empresa y salud). Pero, ¿por qué sucede?.
Como especie, hemos logrado sobrevivir debido a una parte de nuestro cerebro que nos indica que todo lo que nos hace bien vale la pena repetirlo y que todo aquello que nos daña, o no nos gusta, es mejor dejarlo. Esto es el “circuito de recompensa”, mecanismo que opera de manera automática en nuestro cerebro y permite que hagamos muchas cosas inclusive sin pensar en las consecuencias. Y es que este circuito está conectado directamente con otra parte del cerebro que es la encargada de medir las consecuencias: El juicio.
Así que cuando el circuito de recompensa se activa, el juicio valora qué tan conveniente es realizar dicha acción. El problema es que la sustancia con la cual se activa este mecanismo (dopamina), es la misma que se produce con las sustancias adictivas (drogas o alcohol) y de esta manera logra placer para el cerebro (placer inconsciente), con lo cual hace que la lógica de una persona intoxicada sea que quiere sentir más placer.
En una persona que ha desarrollado alguna adicción y que se ha rehabilitado, este mecanismo queda “dormido” hasta que nuevos niveles de dopamina lo activan (las emociones lo activan) y una vez que se activa, de manera automática la parte encargada de anticipar las consecuencias se desactiva impidiendo entender razones para entonces buscar lo que su cerebro le está pidiendo y que en su propio pensamiento adictivo le genera ganancias “lógicas” (para ellos): Como si se activara en “modo de pensamiento Zombi” que, bajo ninguna lógica, buscará consumir de nuevo la sustancia de su elección para generarse altos niveles de placer.
Y así (como en las películas) ni por todo el amor del mundo o por los lazos afectivos que unen a la persona con su entorno, se detendrá para cubrir esta “necesidad” de consumir.
¿Cómo evitar esto? El antídoto existe (aunque no hay que olvidar que es una enfermedad incurable, progresiva y mortal) y se llama: Tener conciencia de la enfermedad, la cual puede ser tratada con la asistencia de una clínica profesional especializada en el tratamiento y rehabilitación de adicciones, grupos de autoayuda de Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos (según sea el caso) y con la ayuda de la Psicoterapia individual o grupal.
Así que, no juzgue a una persona adicta por su lógica de pensamiento ya que es parte del trastorno que padece. Lo mejor es informarse y espero que ahora tenga más claro con esta metáfora a través de los zombis, que las personas adictas no tienen estas conductas destructivas porque sean malos, lo hacen porque su cerebro les pide actuar así.
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El Lic. Guillermo Rojas Ayón es Especialista en adicciones y Consejero individual en Clínica SER®. Su cédula profesional es: 7971023. Consulta su perfil completo aquí